La fragilidad del ser y la incertidumbre politica, economica y social

El espacio terrestre se encuentra frágil, como un espejo dañado a punto de quebrarse en mil pedazos, y cada parte, refleja una fractura de la realidad, no podemos hacernos una idea completa del todo. La política, la economía, la sociedad y la psicología se entremezclan en estos momentos de incertidumbre, siendo Chile un lugar fundamental de esta América Latina, mostrándose como prototipo en desunión y sin organización entre sus partes.

La política se ha vuelto un escenario de polarización, no solo en Chile, pero se demuestra en estas próximas elecciones de parlamentarias y presidenciales, que los extremos son los más votados, según encuestas. Así mismo, los lideres de cada uno de los países, aparecen y se desvanecen al instante, gobernadores que llegan al poder con expectativas desmesuradas, que, al año, no dejan rastros como sombras esfumadas uno tras otro, se van sin dejar huellas de cambios realizados, la frustración ciudadana se impone y lo que llamamos democracia se tambalea entre el cansancio de los pueblos, de perplejos statu quo generalizados y pasando la corrupción de algunos frente a nuestros ojos. No existe en los votantes la posibilidad de realizar un cambio, para lograr un futuro común y de esperanza. Esta es una tendencia mundial, estamos en crisis de legitimidad de las instituciones democráticas y en la dificultad de renovar el contrato social, concepto clave en la teoría política que ni más ni menos, es el acuerdo entre los ciudadanos y sus gobernantes, sobre derechos y deberes mutuos, estableciendo normas de convivencia moral y políticas dentro de una sociedad. así como también la existencia de doble estándar entre los países miembros de organismos internacionales lo que afecta minando la credibilidad entre todos los países.

En América Latina, la economía se encuentra entre crisis recurrente y en promesas de crecimiento que nunca llegan, no aparecen cifras que impulse el desarrollo de los pueblos, sintiendo que el progreso, es solo para unos pocos y que para los demás, la gran mayoría, se posterga una y otra vez. Hoy la economía se mide por la sensación de vacío que deja la desigualdad, las guerras y los mercados de los países lideres, como China, Estados Unidos, Alemania e India (PIB y PPA), mueve la balanza de nuestra vida cotidiana, aunque no lo percibimos claramente, pero está en cada pulso de la economía, estamos atados a los vaivenes de las materias primas y capitales globales y tironeados de unos extremos a otros.

Así es como la sociedad en consecuencia se fragmenta, la desigualdad histórica se cruza con nuevas formas de exclusión la digital, territorial, generacional. En Chile del 2019 se mostró al mundo que las demandas por dignidad se debían gritar y con la gran explosión en las calles, pudo transformarse la agenda política, pero también, se demostró, como puede aparecer la apatía meses después, que llega con la desesperanza y cansancio, porque las promesas vuelven a no ser cumplidas. Al no percibir cambios, el tejido social se resiente y la distancia entre las personas es aún mayor, se amplifica este comportamiento individual por la sensación de desamparo. Sin dejar de lado las redes digitales, la pobreza y la desigualdad entre los sectores, no solo pasó en Chile sino en muchos países, pero las sociedades cansadas de esperar las transformaciones sucumben en la abulia.

Entonces la pregunta que a veces se encuentra en la intimidad del ser es: ¿cómo vivir en un mundo que ya no ofrece esperanza y certezas?, existencia de ansiedad, de desconfianza y miedo son síntomas de estos tiempos, existencia de desamparo en los horizontes, debilita la confianza, llegando a perder la seguridad en nosotros mismos. En el ámbito Psicológico la incertidumbre se instala, y brotan síntomas de ansiedad y depresión, los que son parte del clima emocional que se vive diariamente. Las personas del pueblo, no se sienten parte de algo, perciben que el mundo está fuera de ellos, las decisiones se toman lejos de su vida cotidiana, mientras el futuro parece cada vez más difícil de imaginar, estos síntomas emocionales no solo afectan al individuo sino a la cohesión social.

Las personas se están acostumbrando a habitar un presente sin fututo claro, tornándose muy frágiles y la construcción de sentido, se cambia por un momento que te haga sentir vivo, muchas personas ya no tienen propósitos de vida, esta inestabilidad es estructural del mundo total; si bien esta es una problemática marcada por la fragilidad del ser, y al parecer se enraíza para quedarse. Podría igualmente ser un desafío, debido a que necesitamos con ansias,  aprender a vivir con ella, a innovar desde la incertidumbre, entregando la posibilidad de construir narrativas que devuelvan sentido y horizontes de acción, de lo contrario la enfermedad se apoderara de nuestros cuerpos y mentes, no sabremos adaptarnos como especie, a estos nuevos tiempos, debemos reconstruir vínculos sociales que el descontento ha debilitado; al no quedarnos en la problemática, podríamos aprender a  vivir sin rigidez, y dejar atrás la ilusión del control, que hasta ahora, es lo que afecta a la mayoría de las personas, en estos tiempos de incertidumbre y fluidez, las que requieren autorregularse y autoexigirse para obtener la certidumbre anhelada y se esfuerzan para lograrla, a través de su inestabilidad biopsicosocial,  esta certidumbre solo está en nuestras mentes, es una idealización de generaciones pasadas, la meta que le impusieron sus padres o que se impusieron ellos mismos, en esta vivencia de transición en la crianza de familias aún conservadoras. Las vivencia actual, nos demuestra que no se diseña el futuro con rigidez y en la individualidad, sino desde la imaginación compartida para lograr entre todos compromisos que nos posibiliten funcionar en equipo, para realizar futuros posibles más allá de la crisis.

El ejemplo de Chile en estas nuevas formas de convivencias desde un tránsito doloroso entre estallidos , constituciones fallidas , desesperanza y desencantos, refleja la urgencia de repensar en todo su quehacer democrático, entrelazado con el ejercicio político, económico, social, no como diversos compartimentos incomunicados, sino como dominios de una búsqueda humana, que es la vivir con dignidad dentro de la incertidumbre, se debe aprender a habitar el cambio, en el espacio de lo posible, sin sucumbir al miedo. Es posible que la fragilidad de los individuos actuales abra el espacio hacia un futuro distinto al actual.

Entonces la fragilidad que puede verse como un defecto puede en realidad ser una puerta hacia lo comunitario y lo humano por encima de este mundo de dureza y productividad, con la lógica del mercado, donde este pide consumidores fuertes, eficientes y solitarios, la fragilidad propone otra economía: la de los defectos el cuidado la escucha, donde se necesita al otro, para no sentirse roto, esta fragilidad puede convertirse en fuerza política como voluntad de no seguir sacrificando la vida en favor de unos pocos neocapitalistas, podría ser la caída del sistema, hacia una sociedad más justa y construida en comunidad.

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