Desde el año 2020 debido a la crisis mundial con la Pandemia del COVID – 19, se ha visto afectado el sector de la Alimentación y la Agricultura. La FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), nos advierte que es preciso adoptar medidas inmediatas para garantizar la continuidad de las cadenas de suministros de alimentos para mitigar el riesgo de perturbaciones que tendrían consecuencias sobre la actividades del sistema alimentario ( producción , transformación, distribución, comercio y consumo de alimentos) y sus resultados sobre todo en términos de seguridad alimentario y bienestar social en especial para la población más pobre y vulnerable.
La FAO insta a los países a satisfacer las necesidades alimentarias inmediatas de sus poblaciones vulnerables, impulsar sus programas de protección social, continuar con el comercio mundial de alimentos, mantener la cadena de suministro y contribuir a desarrollar la capacidad de los pequeños agricultores para aumentar la producción alimentaria.
Hoy, lo que está ocurriendo en la Federación de Rusia y Ucrania añade otro importante reto en la producción y suministro de alimentos a nivel mundial. Ambos países, proporcionan el 19 % del suministro de cebada, el 14 % del trigo y el 4 % del maíz del mundo y representan más de un tercio de las exportaciones mundiales de cereales. Además, representan el 52 % del mercado mundial de exportación de aceite de girasol. Así como, tienen un nivel concentran de exportación de fertilizantes. No hay certeza respecto de la intensidad y la duración del conflicto. Las probables perturbaciones de las actividades agrícolas de estos dos grandes exportadores de productos alimenticios básicos podrían agravar seriamente la inseguridad alimentaria en todo el mundo, en un momento en que los precios internacionales de los alimentos y los insumos ya son altos y volátiles.
Si esta tendencia no se modifica con un sentido de urgencia, el mundo no estará bien encaminado para alcanzar el objetivo de hambre cero para 2030, al contrario, el número de personas pobres superará los 850 millones al 2030, con mas de 270 millones de personas que podrían encontrarse en hambruna.
Es necesario llevar a cabo un cambio profundo en el sistema agroalimentario mundial. El aumento de la productividad agrícola y la producción alimentaria sostenible son cruciales para ayudar a aliviar los riesgos del hambre, que actualmente ya se está sufriendo.
Además, Se requiere hablar de altas desigualdades y polarización en América latina y el Caribe, que se enraízan en un pasado colonial que se aprovechó a través del poder y despojos para enriquecerse e instaurar la inequidad tanto económica como social, que penetra todos los ámbitos de la vida, dejando a ricos y pobres en una polarización donde no hay puntos de encuentro, afectando a la mayor población de estos países a una vida carenciada de salud, educación, vivienda y alimentación.
Así mismo, se debe fiscalizar las especulaciones en la alza de los precios de los alimentos y la colusión de grandes empresarios para fijar precios no solo en la alimentos, si no en todos las necesidades básicas del individuo. Estos pactos ilícitos entre empresarios tienen el objetivo de posicionarse con privilegios, con mayor participación e información del mercado, posicionando una política de precios y la cantidad de la oferta que se va a vender, ocasionando daño completamente a las personas mas vulnerables económicamente , y a las pequeñas empresas que no tienen como competir en este mercado oligopólico, que se expresa mayormente en estas desigualdades de América Latina y el Caribe.
Es necesario poner fin a la riqueza desmedida y posibilitar la distribución adecuada de los ingresos para que las personas puedan satisfacer sus necesidades de carencia y afectación.